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  Leyendas de la Llorona
 

Leyenda de la Llorona Prehispánica

La Llorona es una leyenda antigua ampliamente conocida por el pueblo de México. Hoy en día aún se conserva la imagen en el imaginario colectivo de una mujer vestida de blanco que todas las noches sale en busca de sus hijos.


Mientras va recorriendo las calles del pueblo o de la ciudad (hay versiones de que esta figura fantasmagórica se aparece en diversos lugares de la República Mexicana), se le escucha penar, lanzando sus lamentaciones al viento “Ay mis hijos”.

A los niños pertenecientes a generaciones anteriores, sus padres les relataban este tipo de historias de terror, para que cumplieran con sus deberes escolares o se comportaran correctamente, ya que, si no lo hacían, ellos mismos llamarían a la llorona para que se los llevara.

Sin embargo, muy pocos conocen la verdadera leyenda de la llorona. Para iniciar este relato debemos imaginarnos que aún estamos en la época prehispánica, es decir, antes de la llegada de las tropas de Hernán Cortés.

En aquellos años, el pueblo de los Aztecas era una de las civilizaciones más respetadas (y odiadas) por parte de todas las culturas que formaban la región de Mesoamérica. Nos atrevemos a decir esto porque había lugares en donde se llevaban a cabo sacrificios para complacerlos, mientras que existían otros sitios en donde no se les podía ni ver.

Cuando Cortés llegó a México, se dio cuenta de eso y aprovechó las enemistades de los Aztecas con los pueblos vecinos para aliarse junto a ellos y así conquistarlos de una forma más fácil.

La historia recoge que una de las pocas victorias que tuvieron los Mexicas, ocurrió en la “noche triste”, momento en el que el líder del ejército ibérico, se recargó en un árbol, abatido por la derrota.

Ahora bien, este suceso tiene que ver con el cuento de terror de la llorona, ya que se dice que esa mujer ataviada por ropajes blancos se le vio por primera vez el día en el que definitivamente el ejército azteca fue derrotado por los invasores.

Muchos indígenas reconocieron la silueta de Cihuacóatl, una deidad que era mitad serpiente y mitad mujer. Ella emergió de las profundidades del lago de Texcoco para llorar amargamente la muerte de muchos de sus hijos.

La conexión entre el agua y esa diosa era muy fuerte. Por eso se dice que habitaba en aquel cuerpo de agua. Además, el hecho de que los conquistadores que acabaron con los Aztecas hubieran llegado por mar, hacía más fuerte el vínculo entre ellos.

Las crónicas de los pueblerinos que aseguraban que a partir de las 11:00 de la noche, una mujer recorría las callejuelas de lo que después sería conocido como el Valle de México, provocaron que se creara una histeria colectiva que solamente los virreyes lograron controlar cuando instauraron un toque de queda.

También se decía que las mujeres que anduvieran solas por las calles en ese horario, corrían el riesgo de perder la cordura o de morir de formas horribles. Como quiera que fuere, lo importante es que este tipo de relatos siguen siendo parte de nuestra cultura.

Leyenda de la Planchada

Eulalia era una joven de buena presencia; ojos claros, cabello rubio y ondulado, un uniforme blanco impecable y perfectamente planchado, la hacían difícil de ignorar. Aunque su actitud era retraída, sus compañeros la apreciaban mucho, pero lo hacían mucho mas los pacientes, a quienes cuidaba con devoción.

Cuando el Dr. Joaquín vino para ser el nuevo director del hospital la joven no quiso tener contacto con él, pues, aunque el hombre era alto y apuesto, también era engreído y coqueteaba con cualquier mujer que se cruzara a su paso; sin embargo, trabajando en el mismo lugar el encuentro era inevitable y en cierta ocasión que la enfermera le asistió en un procedimiento quirúrgico, cayó presa de sus encantos. Entonces ella se las arregló para conquistarlo, a pesar de las advertencias de sus compañeras de que el Doctor era un don Juan.

Al cabo de unos meses el doctor aceptó tener una relación formal con la joven, sin dejar de lado sus coqueteos con otras mujeres. Transcurrido un año, el medico le pidió matrimonio a Eulalia y ella aceptó encantada. A los días, Joaquín le dijo que tenia que salir de la ciudad hacia un seminario y que le preparara su mejor traje, ella obedeció. Pero una semana después, la enfermera se enteró de una terrible noticia, pues su prometido había renunciado a su trabajo en el hospital pues se había casado con otra mujer y estaba de luna de miel.

Algo se rompió en Eulalia entonces, descuidó su apariencia y su trabajo, dejo de hablar con las personas y se volvió una mujer amargada y de malos modos. Así pasaron los años, y un día enfermo, siendo en esta ocasión quien necesitaba los cuidados de médicos y enfermeras. Ahí tubo tiempo de arrepentirse de haber sido mala enfermera antes de morir, y juró que repararía sus daños aun después de la muerte.

Desde ese día empezaron a suceder cosas extrañas en el hospital, se corrió el rumor de que una mujer rubia con un uniforme planchado impecablemente caminaba por los pasillos, y atendía a los enfermos, sobre todo cuando los trabajadores en turno se quedaban dormidos. Los pacientes la señalaban como un ángel, gracias a lo resplandeciente de su vestido blanco, y asi fue como la leyenda verdadera de la planchada vio la luz por primera vez, logrando permanecer hasta nuestros días.


Al preguntarle a la persona, éste le indicó que una mujer rubia con su uniforme resplandeciente de blanco y sin una sola arruga entró a la habitación y lo atendió muy cordialmente. El hombre aseguró que en un principio sintió temor, ya que el rostro de la mujer se veía un poco borroso. Sin embargo, ésta le ayudó y no tardó en comprobar que sin su entrada en escena, su vida hubiese corrido peligro.

 
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